Comienza mi camino de indgación personal.
Estaba pasando por una crisis existencial, sin trabajo, más de 6 meses de insomnio, durmiendo 3 horas y a veces ni seguidas… cuestionándome mi masculinidad, y ¿que tipo de hombre quería ser? Con una depresión muy grande, varias adicciones. Gracias a mi, una de ellas el teatro.
Necesitaba calmar mi ansiedad de alguna forma y la única posibilidad que veía era ir a meditar a un centro budista, cuando los centros budistas eran todavía para mi, sectas, de las cuales una vez se entra, ya no se puede salir…
Movido por mi gran necesidad de calmar mi ansiedad, después de varios meses o quizá algún año de pasar por el centro budista y juzgarlo, decidí romper la barrera y entrar, muy a pesar mío y con toda la vergüenza que me supuso.
Era tal el desquicie que estaba viviendo que tenía que probarlo.
Entré imaginando que iba a estar lleno de gente con túnica naranja y la cabeza rapada… y nada de eso. Había dos o tres personas vestidas de manera normal y sorprendentemente, nadie me dijo nada, ni intentó saber cuál era el valor de mi nómina, que en aquel entonces no tenía, pero ell@s tampoco lo sabían.
Estuve observando la estancia, diáfana, con una zona de sillas y mesas dispuestas como en una cafetería y enfrente una barra sin nadie detrás y con muchos cartelitos indicando la cantidad que se proponía que abonaras si te apetecía disfrutar de alguna de aquellas infusiones, o pastas, agua… Había también inciensos, una librería con el precio de los libros y una caja para el mismo sistema, depositar en ella el valor propuesto por el libro.
Un libro llamó mi atención, con un color rojo penetrante, que no podía pasar inadvertido para mi, y con un título que me atraía al mismo tiempo que repelía.
Me dirigí a una persona que estaba detrás de lo que parecía una taquilla o un mostrador bajito. Frente a ella, en un pivote había un bol con billetes, supuestamente donaciones por hacer el uso del espacio de meditación.
Avergonzado, pregunté a la persona que estaba allí para atender a quien preguntara: Me gustaría saber que tengo que hacer para asistir a una clase de meditación…
Me atendió muy agradablemente informándome sobre las clases individuales que funcionaban mediante donaciones libres. Las clases y cursos continuos si tenían un precio.
Me marché de allí avergonzado todavía y más avergonzado al salir por si alguien me veía.
Después de algunas sesiones individuales de meditación, un día esperando la entrada a la sala, volví a encontrar con la mirada el libro: Comunicación Noviolenta un lenguaje de vida.
Me decidí a comprarlo en la siguiente sesión, estoy hablando de 2009.
En 2013 comencé a transmitirla y en 2019 me convertí en un embajador de la misma.
El libro que me cambió la vida ¿te atreves a probar?